Sophie Robin. Presidenta ESIMPACT.
En la era de la Covid-19, las organizaciones de todo tipo tuvieron que reinventarse y reorganizarse como nunca. Los objetivos operacionales y prioridades estratégicas se han visto profundamente afectados y, en este contexto, se ha tenido que abandonar o congelar un gran número de actividades consideradas como superfluas o no estratégicas.
En los últimos 5 años, muchos se preguntaron si la medición de impacto seguía un efecto moda, o si estaba para quedarse.
Para el sector de la Gestión por Impacto, este año ha sido la hora de la verdad: considerando como ha crecido el tema en los últimos 5 años, muchos se preguntaron si había venido para quedarse.
Para responder a esta pregunta, nada mejor que poner el tema a prueba de la crisis sanitaria y económica que nos está afectando, y nos seguirá afectando en los próximos años.
Por eso, en una encuesta lanzada este segundo semestre del 2020, hemos preguntado a organizaciones de todos los sectores su opinión en relación con la importancia de la medición de impacto en sus estrategias, para este año, y los futuros.
47 organizaciones han respondido a la encuesta; muchas organizaciones del tercer sector (30%) y empresas (30%) seguido de consultorías (unos 23%), universidades (un poco menos del 10%), administraciones públicas (6%) y en menor medida, inversores sociales.
De ellos, un 20% habían financiado actividades de medición de impacto y un 58% participaron en alguna medición.
¿Qué nos contaron sobre sus actividades de medición y gestión del impacto en este año 2020?
¿Qué nos contaron sobre sus actividades de medición y gestión del impacto en este año 2020?
Es interesante destacar que, si bien un 40% de los encuestados se han visto obligados a reducir o anular sus actividades de medición, para la mayoría, la Covid no ha tenido efectos negativos en sus actividades de medición: no solo un 34% han podido mantener sus actividades, sino que el 25% han aumentado sus actividades de medición en el periodo. Una gran barrera identificada son las finanzas, aunque también en determinados casos se cita la dificultad de logística, es decir la puesta en marcha del proceso de medición, en este difícil contexto.
Un 68% considera que la medición de impacto puede ser un instrumento útil para ayudar las organizaciones a entender y adaptarse a periodos de crisis.
A pesar de esto, un 68% considera que la medición de impacto puede ser un instrumento útil para ayudar a las organizaciones a entender y adaptarse a periodos de crisis. Más de la mitad de los encuestados (53%) está considerando realizar una medición de impacto que tiene particular relevancia para la fase que se abre ahora de recuperación económica y social.
Y estratégicamente, la crisis ha hecho que se despertara y consolidara la importancia estratégica de la medición de impacto: casi la mitad de las organizaciones respondieron que la crisis ha aumentado la relevancia estratégica de la medición y gestión por impacto en su organización, mientras que un 36% lo considera igualmente relevante. Apenas un 15% considera que ahora es menos prioritario que antes.
De hecho, preguntando si la crisis ha tenido un efecto sobre sus planes futuros relacionados con la medición y gestión del impacto, si bien una quinta parte de los encuestados plantea limitar las actividades de medición en el futuro para centrarse en temas operacionales más urgentes, otro 25% no plantea ningún cambio, y la otra mitad plantea organizar más actividades de medición (43%) o reorientarla a actividades directamente relacionadas con la crisis y sus consecuencias (9%).
Un 43% de los encuestados planea organizar más actividades de medición en el futuro
Así, a pesar de representar una muestra muy pequeña de las organizaciones que potencial o concretamente desarrollan actividades de medición, los resultados que pudimos obtener de los actores que son parte del ecosistema parecen confirmar que la medición de impacto no es, como algunos lo podrían temer, un efecto de moda. Es un tema que, ante la situación de crisis, se ha impuesto para muchos como central y necesario, y será de hecho esencial para acompañar nuestra comprensión colectiva de los efectos generados por la misma en el corto, medio y largo plazo, al mismo tiempo que nos permitirá evaluar la eficiencia de la multitud de respuestas que los ciudadanos y las organizaciones hemos puesto en marcha para paliar a sus impactos más negativos, e iniciar – juntos- el camino hacia la reconstrucción.