Por 13 Razones …

Buenas razones por las que cualquier organización debería medir su impacto en las personas o el planeta

Sophie Robin. Presidenta ESIMPACT.

Aquellos entre vosotros que tenéis hijos o hijas adolescentes seguramente habréis asociado el título de este artículo al de una serie muy popular entre los jóvenes – en la que un joven descubre y escucha las grabaciones de una amiga suya que decidió quitarse la vida, y explica las 13 razones por las que ha tomado esta decisión.  Una serie ciertamente muy profunda, particularmente difícil de ver para los padres (¡yo iba llorando todas las lágrimas de mi cuerpo mientras mi hijo me consolaba!).

¿Qué relación tiene una serie para adolescente con el tema que nos ocupa, el del impacto social? Pues nada y todo. Nada porque la serie no tiene el objetivo de hablar de impacto social, y todo porque la serie ha tenido, de hecho, un impacto social fuerte – a veces positivo (afrontando tabús sobre el tema del suicidio de los jóvenes) y a veces negativo (impulsando a algunos jóvenes a dar el paso…).

En realidad, todas las iniciativas que impulsamos tienen impacto. Parece una evidencia de sentido común. Pero si no sabemos cuál es el tenor de este impacto, nos quedamos ciegos frente a los mismos. Y estar ciego
implica que no podemos gestionarlos – es decir, mitigar los efectos negativos o aprovechar y reforzar los efectos positivos.

Esta es la primera razón por la que debemos medir el impacto; porque nos obliga, primero, a esforzarnos para identificarlos y tomar conciencia de aquellas transformaciones a las que pretendemos contribuir. En otras
palabras, preguntarnos, ¿qué es exactamente lo que pretendemos cambiar? ¿Cuál es, en la jerga de la medición, nuestra teoría del cambio?

Una segunda razón es que, hoy, se habla mucho de la importancia de tener en cuenta nuestros grupos de interés en el diseño e implementación de cualquier estrategia organizacional. Y resulta que muchos de estos grupos de interés – consumidores, accionistas, trabajadores, ciudadanos… – demandan no solamente organizaciones responsables, sino organizaciones que puedan demostrar qué cambios han sido capaces de generar en las personas y/o en el planeta como resultado de su acción social.  En otras palabras, a esos grupos de interés ya no les basta con tener un listado de acciones de responsabilidad social para estar convencidos del valor de la organización; piden además pruebas de que estas acciones hayan tenido un resultado positivo tangible.

Pero claro, volviendo a nuestro primer punto, y a la imagen de la serie, no basta con dar pruebas de impacto positivo en el ámbito restringido de una estrategia social concreta. ¿Por qué?, ¿qué pasa con los efectos negativos, o los efectos inesperados?, ¿Y qué pasa con el impacto del conjunto de la organización? Medir el impacto permite anticipar o gestionar eventuales impactos negativos (efectos no deseados) de la acción organizacional, mitigando sus efectos y por lo tanto reduciendo el riesgo reputacional que podría sufrir si estuviese ciega a ellos. En otras palabras, la tercera razón es que medir el impacto es un instrumento para gestionar riesgos.

Es también un instrumento de comunicación muy poderoso, cuarta razón. ¿Qué es mejor: comunicar que 100 personas han recibido formación gracias a nuestra acción social o que 60 personas desempleadas de larga duración han encontrado un trabajo estable como resultado de la formación dada en el marco de nuestra
acción social?  En la segunda versión, el número es menor pero hablamos de un cambio en las personas, no de su participación en una actividad. Impacta más. 

Vuelvo al tema de los impactos negativos. Frecuentemente, la acción social se complace en la ecuación ficticia de que una buena intención se traduce necesariamente en un impacto positivo. Pero sabemos que no es verdad.
Volvamos a la serie: intención loable – la de favorecer el dialogo de los jóvenes sobre el tema tabú del suicido. ¿Pero por eso tuvo solo impactos positivos?  Ya vimos que no. La quinta razón es que medir nuestro
impacto, positivo y negativo, esperado y no esperado, nos permite también aprender
.  En Europa, el error y el fracaso es igual de tabú que el suicido. Pero si solamente miramos lo que hacemos bien, no tendremos la oportunidad de hacerlo mejor.

Esto tiene relación con mi sexto punto: medir nuestro impacto social nos permite optimizarlo: es una
herramienta para la toma de decisiones y un instrumento de gestión.

Tendré que terminar este artículo con mi séptima y última razón.  Si empezáis a medir todos vuestros impactos, os posicionaréis no solamente como organización socialmente responsable, sino también como pionera en España, y probablemente estaréis más preparados para el cambio de paradigma que tarde o temprano se hará realidad en la manera como el mundo contabiliza el valor que genera. Los sistemas contables están siendo reevaluados y seguramente en pocas décadas incorporarán el valor social en el
balance de resultados. ¿Estaréis preparados?

Me quedo con 7 razones, dejando a mis colegas de ESIMPACT la responsabilidad de terminar la serie. Os contarán, cada uno a su manera y desde sus diferentes perspectivas, otras razones por las que medir el impacto es importante, y qué pasos se pueden tomar para avanzar en ello.

Por 13 Razones …
Scroll hacia arriba